La rosa del jardín del rey

  • Colección:
    Arrayán
  • Autor(a):
    Ibrahim de Kerbala
  • Fecha de edición:
    1 enero 2001
  • ISBN:
    9788487354021
  • ISBN eBook:
    9788412182194
  • Páginas:
    204
  • Encuadernación:
    Tapa blanda / eBook
  • Traducción:
    Equipo editorial
  • Peso:
    314 g
  • Dimensiones:
    14 × 1,1 × 23 cm
  • PVP Tapa blanda:
    12,00 € (12.88 $USD)
  • PVP eBook:
    3,00 € (3.22 $USD)

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Hay existencias

Hay existencias

“Habiendo viajado por los reinos de la Tierra, escuché en mi ancianidad el clamor de angustia de un joven rey.

La melancolía cubría el palacio del soberano y la puerta de entrada estaba cerrada. Llame a esa puerta con el báculo de mis viajes y un sirviente la abrió y dijo:

– Amigo, eres bienvenido; entra en el recinto del palacio del rey.
Atravesé la puerta y llegué al jardín, y más allá, hasta la sala de audiencias, donde se encontraban los sabios alrededor del trono sobre el que se sentaba el joven monarca deseoso de conocimiento.

Y allí fue donde, por la gracia de Dios, vi que la rosa mística del jardín del rey se abría ante mí; de acuerdo con mis fuerzas, recogí unos pétalos que cayeron de ella, y los guardé como un tesoro”.

– Ibrahim de Kerbala

Formato: Versión Kindle
Tamaño del archivo: 1515 KB
Longitud de impresión: 133
Editor: Editorial Sufi (26 de marzo de 2020)
Vendido por: Amazon Media EU S.à r.l.
Idioma: Español
ASIN: B086GYXBL8
Word Wise: No activado
Lector de pantalla: Compatibles
Tipografía mejorada: Activado


Sobre el autor

Ibrahim de Kerbala

Este libro lo tradujo, o escribió, Fairfax L. Cartwright, autor y diplomático británico, a finales del siglo XIX. Como dedicatoria incluyó el siguiente verso:

Ve, librito, tal vez algún corazón solitario,
aplastado por la confusión de este bullicioso mundo,
pueda encontrar en ti algún solaz para su dolor.
Eres un modesto jardín, abierto de par en par
a cualquier viajero que quiera entrar
para hallar un breve descanso bajo tu sombra,
o saciar su sed en tus refrescantes fuentes.
Sé bondadoso, caminante, en las sendas del jardín
no dejes que la indignación lleve tu mano
a arrojar injuriosas piedras porque, quizás,
hayas visto alguna imperfección, algún árbol
que no tenga frutos, alguna flor marchita y pálida.
Se esforzó el jardinero en hacer bello su jardín,
todo para tu placer; busca las veredas solitarias:
puede que una rosa, una hierba aromática,
lleve a tu alma un perfume de la noche
y conduzca tus pensamientos desde la Oscuridad hasta la Luz.


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Fotografías web: Cristina Calatrava