El Secreto de los secretos
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Hay existencias
Hay existencias
Dicen que un cuento es como una gota de perfume, por eso presentamos este tarro de esencias procedentes de varias tradiciones orientales de búsqueda mística.
Han sido cuidadosamente seleccionados del saludo que todos los días nos ofrece la página web ¡Oh, baraka! a primera hora de la mañana.
Es el primer aroma que aspiramos; la primera fragancia que nos deleita, sugiere y seduce: sugiere ecos, plenos de recuerdo en nuestra mente, de lo que siempre hemos sabido; seduce el anhelo de volver a ellos, aprehenderlos, fijarlos y no ceder más al impulso de olvidar.
¿Olvidar? Es sabido que los sufíes se embriagan con el vino del amor, cuya graduación añubla los sentidos e ilumina el espíritu, congregando intenciones, afanes, compromisos y aspiraciones en uno solo: el Amado.
Por eso estos cuentos, leídos en el momento del crepúsculo como una oración, tienen como único objetivo la búsqueda del Amado, en todo tiempo, en todo lugar, en toda lengua, cultura o tradición. De todos ellos hemos seleccionado aquellos que tienen ese toque, no otra cosa.
Tamaño del archivo : 1284 KB
Longitud de impresión : 258 páginas
Editorial : Editorial Sufi (2 septiembre 2020)
Word Wise : No activado
ASIN : B08HDJFZSZ
Texto a voz : No activado
Tipografía mejorada : Activado
Idioma: : Español
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Abdul Qadir al Jilani
Abdul-Qadir al-Jilani nació en Nif, provincia de Jila, al sur del mar Caspio, en 1077 y murió en Bagdad en 1166.
A los 18 años, se traslada a Bagdad, donde prosigue sus estudios de ciencias tradicionales, y se convierte posteriormente en discípulo del maestro sufí Abu’l-Khair Hammad ibn Muslim al-Dabbas. Al terminar sus estudios, deja Bagdad, pasando los siguientes 25 años como un vagabundo en las regiones desérticas de Irak. En 1127 regresa a Bagdad y comienza a predicar en público, enseñando en la escuela de su antiguo maestro Al-Mukharimii, pero finalmente construye una residencia y casa de huéspedes, para albergar a su familia y dar alojamiento a sus alumnos. Vivió hasta una edad avanzada y continuó su trabajo hasta su último aliento.
Aunque da nombre a una de las cuatro órdenes derviches consideradas mayores, la Qadiri, no puede afirmarse con rigor que fundara ninguna escuela sufí. Fueron sus seguidores en el siglo XV quienes instituyeron la cofradía como se ha expandido posteriormente.
