El libro de las bestias
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Colección:Arrayán
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Autor(a):Ramón Llull
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Fecha de edición:1 junio 1997
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ISBN:9788487354830
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Páginas:143
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Encuadernación:Tapa blanda
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Traducción:J. Roselló
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Peso:227 g
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Dimensiones:14 × ,7 × 23 cm
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PVP Tapa blanda:10,82 € (11.92 $USD)
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El filósofo y místico mallorquín del siglo XIII, Ramón Llull, nos ha legado esta bella y entretenida fábula. En ella, al igual que otros autores anteriores y posteriores- desde las literaturas orientales, pasando por Esopo y Lafontaine- Llull pone voz y pasiones humanas a los animales con el fin de poder criticar, satirizar y moralizar con mayor libertad sobre el poder y cualquier clase de tiranía. “El libro de las bestias”, aunque tiene un estilo y argumento propios, forma parte de la novela «El libro de las maravillas», en la que el prosista y poeta mallorquín crea el personaje de Félix, que exhortado por su padre y guiado por el ermitaño Blanquerna se dispone a recorrer el mundo para ver y aprender todo aquello que es reflejo del Creador.
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Sobre el autor
Ramón Llull
Ramón Llull (Mallorca 1232-1315 o 1316) fue una de las figuras más avanzadas de los campos espiritual, teológico y literario de la Edad Media. Fue escritor, divulgador científico, misionero, teólogo, fraile franciscano, entre otras cosas, y dejó en estos ámbitos una obra ingente, variada y de muy alta calidad escrita en catalán medieval, árabe y latín. La mayor parte de ella aún no ha sido traducida al castellano.
Antes de casarse, ingresó en la corte del rey de Aragón en calidad de paje de su hijo segundo Jaime, futuro Jaime II de Mallorca, y más tarde, dada su brillante inteligencia lo convirtieron en preceptor del infante don Jaime, hijo de Jaime I de Aragón.
A sus 30 años, la vida de Ramón sufrió un vuelco trascendental, tuvo una serie de cinco visiones de Cristo crucificado en cinco noches consecutivas. La profunda impresión que le causaron estas visiones lo llevó a vender sus propiedades y patrimonio para adelantar la herencia de su mujer e hijos, a los que abandonó por sentirse llamado por Dios para predicar en los caminos. Luego se retiró a una cueva en el Monte de Randa (Mallorca) donde se entregó a la meditación y la contemplación, y por último entró (aún laico) al monasterio cisterciense de La Real donde los monjes le enseñaron latín, gramática y filosofía tanto islámica como católica. A pesar de ser un misionero cristiano, Llull amaba y comprendía el pensamiento árabe y respetaba en gran medida sus avanzados sistemas. Así, en su primer libro utiliza la lógica de los científicos árabes, su simbología, su álgebra y sus razonamientos. Escribía y hablaba perfectamente en mallorquín, latín y árabe; y utilizaba indistintamente cualquiera de estas lenguas para dirigirse a quien la comprendiera mejor. Si el público de su nuevo libro era de baja condición, no vacilaba en expresar los más elevados conceptos filosóficos en alegres versos, y siempre preconizó la conversión de los infieles por la vía del cariño, del amor y sin ningún tipo de coerción ni de violencia.